“…No obstante, el hecho de que, al final, esta facción lograra imponer su voluntad, no se debió solo al apoyo de don Baltasar, sino, sobre todo, a la intervención de la hija de la emperatriz María, Sor Margarita de la Cruz, quien, en estos momentos, estaba ganando influencia en la toma de decisiones del rey, mientras que los consejos del duque de Lerma perdían peso lentamente (Williams, 2010: 323-351). La solidaridad dinástica representó en los años 1618-1620 el eje central de la diplomacia española (González Cuerva, 2012: 386-394, 411-433; para los antecedentes véase González Cuerva y Marek, 2017). Tampoco en la corte imperial la situación estuvo desprovista de conflictos.…”