ResumenEn este trabajo se presenta un análisis del verbo oler realizado con las herramientas teóricas de la lingüística cognitiva y de la teoría pragmática de la modalidad. Por un lado, intentaremos demostrar que el comportamiento sintáctico-semantico de este verbo refleja icónicamente las propiedades olfativas del ser humano, hecho que reforzaría la tesis cognitivista de que el lenguaje está corporeizado. Por otra parte defenderemos que debido a que la información que proporciona el olfato es muy vaga e imprecisa, el verbo oler se caracteriza por mostrar una baja modalidad episté-mica, incluso cuando expresa percepciones directas.PALABRAS CLAVE: lenguaje corporeizado, verbos de percepción, modalidad epistémica.
AbstractThis arricie analyses the Spanish verb oler with the tools developed both by Cognitive Linguistics and by pragmatic theory of modality. On the one hand, it will be shown that the syntactic-semantic patterns of this verb iconically reflect the smelling abilities of human being, which will support the cognitive postúlate that language is embodied. On the other, it is explained that since the information carried out by smelling is so vague, the verb oler is characterized by displaying a low epistemic modality, even when it conveys direct perceptions.KEY WORDS: embodied language, perception verbs, epistemic modality.
IntroducciónDesde la Antigua Grecia, numerosos filósofos han estudiado la capacidad lingüística de un modo objetivista, como si el lenguaje, ese increíble logro evolutivo del Homo sapiens, fuera una especie de herramienta perfecta compuesta por piezas discretas cuya función dominante consistiera en permitir la comunicación entre los hombres. Esta imagen ideal de la facultad lingüística, caracterizada por su descarnado inmanentismo, ha perdurado siglos en el marco de la filosofía, y llegó al siglo XX con gran intensidad. Tanto es así que esta visión del lenguaje se encuentra en los paradigmas lingüísticos estructuralista y generativista; para estas dos escuelas, aunque por razones distintas, el lenguaje constituye un sistema casi perfecto, en el que el punto de vista del hablante (pensamiento subjetivo) y el contexto de uso (información social y pragmática) carecen de importancia. Así, el lenguaje se vuelve una maquinaria muy precisa de la que se sirven para múltiples fines las distintas comunidades de habla, pero sin intervenir decisivamente en su diseño o potencial evolución.No obstante, en las últimas décadas del siglo XX la situación ha cambiado notablemente con la aparición de la pragmática y de la lingüística cognitiva. Estas dos nuevas perspectivas lingüísticas superan la visión objetivista anterior y estudian el lenguaje de un modo multidimensional, teniendo en cuenta factores contextúales, biológicos, cogni- ELUA, 22, 2008, págs. 65-89