“…Un cuarto factor es, simplemente, la profundidad de la recesión de 1981-1982, la cual ha hecho a los principales macroeconomistas más pesimistas y escépticos frente a las supuestas curas milagrosas. Así, entre los monetaristas puede encontrarse un interés renovado acerca de la necesidad del gradualismo en las políticas de deflación monetaria (por ejemplo: Budd y Dicks, 1982;Laidler, 1982b. Capítulo' 5) mientras que entre los keynesianos puede hoy hallarse algún grado de precaución con respecto a las posibilidades de las políticas de impulso de la demanda que contrasta marcadamente con la autoconfianza de la década de 1960; por ejemplo Hopkin, Miller y Reddaway, en su Alternative Economic Strategie (1982), hablan solamente de impedir el aumento del desempleo más allá de los tres millones de personas durante el primer año de su estrategia, señalan algunas de las dificultades alcanzadas por una política de mayor impulso de la demanda y no sugieren cifra alguna de menor desempleo que pudiese alcanzarse después de dos o más años.…”