La imagen tradicional de la mujer andina en la colonia enfatizaba la dedicación a su marido, su capacidad de trabajo, bondad, piedad y su papel relevante como apoyo en el hogar. Después de la gran rebelión de 1780-81, se dio una inflexión en esta percepción sobre la mujer de los Andes, probablemente como resultado de la actuación de Micaela Bastidas - esposa de José Gabriel Túpac Amaru- y de Tomasa Tito Condemaita -cacica de Acos- en la sublevación general. La conducta de ambas fue calificada de tener características masculinas, lo que llevó a que fueran condenadas a la pena de muerte. Después de la gran rebelión, la opinión sobre la mujer indígena sufrió modificaciones de parte de las autoridades peninsulares, despertando desconfianza y temor.