“…Es decir, en tanto que diferentes relaciones de poder localizan a los individuos o grupos sociales y esta localización produce situaciones de vulnerabilidad, las violencias hacia las adolescentes no pueden ser aprehendidas desde el género como única categoría social de opresión y discriminación. Por lo tanto, consideramos las tres categorías sociales antes mencionadas para aproximarnos a un enfoque de urdimbre, entretrama, imbricación y consustancialidad, para con ello expresar la noción de inseparabilidad de las categorías sociales (Dunezat, 2017). Así, en cuanto al estado conyugal, tanto en Chiapas como a nivel nacional el mayor porcentaje de adolescentes que son víctimas de violencia en el ámbito escolar en el último año era la de soltera, 91.6% y 95.9%, respectivamente (cuadro 6).…”