“…En particular, el modelo de clase invertida orientada a prácticas experimentales, es el modelo más proclive a tomar esta aproximación, debido a posibilidad de utilizar dichas prácticas para realizar proyectos de diferente envergadura, por ejemplo, desde proyectos realizados en una única sesión práctica, como se muestra, por ejemplo, en Fleagle et al, (2018), hasta un proyecto que se desarrolle durante varias sesiones del curso, como sucede, por ejemplo, en Estévez-Ayres et al (2018). Además, los proyectos pueden ser de diferente índole, por ejemplo, proyectos realizados en laboratorios informáticos, como en Okumoto et al (2018), laboratorios médicos, tal y como se muestra en Fleagle et al (2018), o prácticas en laboratorios de electrónica, como sucede en Khoo et al (2015). Por tanto, se puede decir que el modelo de clase invertida permite utilizar el aprendizaje basado en problemas, ofreciendo por tanto todos los beneficios de dicho tipo de aprendizaje.…”