Este artículo pretende esbozar las bases de una propuesta alternativa al tradicional abordaje de la política de drogas y de las drogodependencias en España. Se parte de un análisis crítico del modelo hegemónico predominante en la actualidad, al que se considera limitado por dos motivos fundamentales. El primero, por su enfoque excesivamente biomédico e individualizado para el tratamiento de los problemas de salud mental (y, por ende, de drogodependencias). El segundo, por su énfasis en las medidas represivas y punitivas para la gestión de los desafíos sociales relacionados con el uso adulto recreativo de drogas y, especialmente, de los problemas derivados de la existencia de los mercados ilícitos de drogas. Ambas limitaciones han hecho que, desde el ámbito de la política pública, se haga necesario gestionar no únicamente las consecuencias del uso de sustancias sino, además, las consecuencias de las propias políticas de drogas. Como alternativa, esbozamos un modelo que combina una aproximación no estigmatizante hacia las sustancias psicoactivas, con la centralidad de los derechos humanos como eje fundamental que debe guiar las políticas de drogas. Nos centraremos en los casos específicos de los psicótropos (psilocibina, LSD y MDMA) y de plantas psicoactivas de origen tradicional, como la ayahuasca o la hoja de coca. Con una intención más reflexiva que académica, pero fruto de la trayectoria de los autores en la investigación y en la incidencia política en este ámbito, este artículo perfila algunos elementos que podrían tomarse en consideración a la hora de diseñar una política de drogas más centrada en la salud comunitaria y en los cuidados, que esté fundamentada en los derechos humanos, en la participación de la sociedad civil y en la evaluación objetiva de las políticas públicas.