“…Para Correa citado por (Mesa, 2017) determina lo primordial en esta fase es la reparación de la víctima y la no repetición, generando una unión e integración entre los excombatientes y victimas, logrando restablecer sus derechos que fueron vulnerados por el conflicto, siendo este un punto fundamental en el acuerdo ya que beneficia a todas las partes y sobre todo la voluntad y el compromiso de transformación social, logrando así la sanación y estabilidad bajo una perspectiva reflexiva que transforme las emociones que estén ligadas al odio y sufrimiento de los acontecimientos violentos del pasado, dando inicio a acciones y hábitos que permitan deconstrucción de nuevas estructuras y perspectivas sociales, sin embrago, llama la atención que algunas representaciones sociales mantienen una connotación negativa frente a los excombatientes por los actos cometidos, pero es claro que partes involucradas en el acuerdo se encuentran comprometidas a realizar una transformación estructural en ámbitos jurídicos, económicos, culturas, entre otros, con el objetivo de alcanzar una paz estable. (Galtung, 1998) desde el enfoque de reconstrucción conjunta, permite visibilizar la necesidad de orientar esfuerzos autónomos y cooperativos de las partes involucradas en la búsqueda de la paz, conduciendo cada una de las acciones en el crecimiento de la diversidad social y cultural por medio de la inclusión y la trasformación de la violencia en oportunidades; y autores como (Herrera, Rubio, & Vera, 2018) consideran que los procesos de reincorporación se caracterizan por generar oportunidades para la reconciliación y la reconstrucción, esto hace referencia a la importancia de la mediación entre víctimas y victimarios, este, como pilar fundamental para obtener el acceso a la verdad y la justicia, al perdón y la conciliación, bajo una perspectiva espiritual y reflexiva, que conlleve a la distribución y construcción de nuevas estructuras sociales estables y en paz.…”