“…A la acción violenta del aire que origina soplos horribles, tormentas y huracanes (I, V, VI, VII, XI), del agua insistente de las lluvias prolongadas que provocan el desbordamiento de los ríos (II, III, IV, XI, XII) y de la tierra temblante (I, V, VII, VIII, IX, X) están dedicados versos de gran plasticidad que conjugan la precisión descriptiva reportera con unos símiles, unas hipérboles y unas imágenes extraídos de la tradición literaria culta para poner el suceso delante de los ojos del auditorio (evidentia), acentuar su asombro y su admiración, poniendo así en juego sus afectos y sus pasiones (Sánchez Pérez, 2006b). La descripción de tales condiciones climatológicas extraordinarias, además, se interseca con las pormenorizadas -y, a veces, voluntariamente confusas-reseñas de los efectos que las mismas causan en las ciudades y los pueblos, es decir, los ingentes daños que provocan derrumbando los edificios públicos y privados, arruinando los campos y las JANUS 12 (2023) cosechas, destruyendo las calles y los puentes, para luego culminar, en un climax de intensidad dramática, en la mención a las personas involucradas, víctimas inocentes y desprotegidas del furor divino (Schiano, 2021).…”