Los españoles trajeron a América una larga tradición poética enriquecida por la veta popular, entroncada con los cantares de gesta, la lírica trovadoresca, galaico-portuguesa y mozárabe. Estas variedades, particularmente los cantares de gesta (Mio Cid, los Siete infantes de Lara, Bernardo del Carpio), pasaron al nuevo mundo primero por transmisión oral y después en los cancioneros o compilaciones.