Este artículo muestra la situación escolar en el barrio de San Jorge, una zona periférica, industrial y obrera de Pamplona entre 1933 y 1983. Recoge las iniciativas y presiones ejercidas sobre las autoridades y la importancia de la acción social en la puesta en marcha de instalaciones y medios escolares y su uso posterior. Desde la II República hasta la dictadura se recogen diversas propuestas ciudadanas, más importantes desde fines de los años sesenta. El artículo trata de mostrar la importancia de las escuelas en el desarrollo de la educación formal, pero también el uso de las instalaciones para canalizar la actividad colectiva y la identidad de grupo en el marco de un urbanismo que no definió espacios de encuentro. La interacción entre la iniciativa social y la política educativa oficial resalta que el compromiso vecinal fue decisivo para superar las deficiencias de un crecimiento desordenado. San Jorge es un barrio del norte de Pamplona, bien delimitado espacialmente, con un estrecho vínculo hacia la estación de ferrocarril en un marco que fue semi-rural hasta los años sesenta del siglo XX. Sus habitantes eran campesinos de la zona, pero sobre todo inmigrantes atraídos por la débil industrialización, con la particularidad de que el 86% de toda la zona al norte del río Arga recibía inmigración de la propia provincia, Navarra, según el padrón de 1945 1. En cualquier caso, un entorno de asentamiento obrero con conciencia política que ya se pudo apreciar en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 (4º distrito, Incendios, Sección 3ª), de donde salió el único concejal socialista de aquella corporación, y el único distrito con mayoría republicana de los seis que componían la capital navarra 2 :