“…La importancia del concepto aumenta, si cabe, al evidenciar que la calidad de vida está íntimamente relacionada con la inclusión social y con el objetivo de recuperación (Bowersox et al, 2012;Conell et al, 2012;De Heer-Wunderink et al, 2012), principio rector de los servicios de salud mental en la actualidad. La evaluación de la calidad de vida, según coinciden gran parte de autores (Angermeyer y Kilian, 1997;Connell et al, 2012;Hansson, 2006;Gutiérrez-Maldonado et al, 2012;Lehman, 1988;Oliver et al, 1996), incluye indicadores objetivos sobre una amplia variedad de aspectos como el funcionamiento personal, ingresos económicos, empleo, status residencial, actividades de ocio, ocupacionales, educación, acceso a recursos, autonomía, etc. Por otro lado, debe incluir elementos subjetivos que valoren el grado de satisfacción o bienestar alcanzado por las personas, partiendo de su propia percepción, en áreas vitales como relaciones, familia, actividad recreativa, salud, etc.…”