“…Sin embargo, en la autoevaluación, se obtuvo que 91% de los pacientes refiere presentar un estado de salud entre regular y excelente (coincidiendo con la salud calificada de 95,2%), quedando en evidencia que la mayoría de los pacientes con ETD no valoran los aspectos emocionales y mentales como parte de su concepto de salud y bienestar, probablemente por considerar mucho más relevante las alteraciones orgánicas y secuelas físicas que padecen como resultado de la enfermedad; en consecuencia, las alteraciones emocionales no son tratadas oportuna y adecuadamente, con el riesgo de evolucionar a trastornos mentales más graves, tal y como se muestra en el presente estudio, donde la salud mental comunitaria se asoció a síntomas de depresión y severidad de problemas emocionales en los pacientes.En particular, las mujeres con ETD, presentaron mayor gravedad de problemas emocionales, en ese sentido,Yamey & Hotez (2007), han revelado que existen diferencias en la exposición, la vulnerabilidad y el acceso al tratamiento entre géneros; las mujeres tienen entre dos y cuatro veces más probabilidad de desarrollar triquiasis que los hombres, debido a que tienen mayor contacto con niños; dos tercios de la recolección de agua es realizada por mujeres, lo que las expone a mayor riesgo de desarrollar esquistosomiasis en zonas endémicas. Debido a que en algunas regiones del mundo existen normas de género, las desventajas socioeconómicas pueden impedir que las mujeres accedan a programas de prevención y servicios de salud; y en aquellas que tienen discapacidad, la discriminación puede conllevar limitaciones en la consecución de empleo, mermando la posibilidad de progreso, favoreciendo la aparición de trastornos emocionales y/o mentales (Sáenz & Mazzanti, 2019)…”