“…Ante lo expuesto, las implicaciones prácticas de los hallazgos en la presente investigación serán que la información obtenida podrá ser considerado como parte de la revisión de literatura en futuras investigaciones y de igual modo, como parte de planteamientos en la elaboración de programas pilotos enfocados en la intervención de la salud mental y emocional de los padres de familia (Mercader, Colomer & Berenguer, 2014;Pérez & Santelices, 2016;Salazar, 2019) ya sea en el contexto que nos vemos inmersos actualmente como también, a futuro; con el objetivo de brindarles las herramientas necesarias y de fortalecer los factores de protección ante diversas situaciones que desencadenen algún malestar. Además, se contribuiría con el desarrollo socioemocional de los hijos; debido a que la percepción por parte de estos ante la presencia de interacción disfuncional interparental y comportamiento hostil o disciplina severa por algún progenitor o por ambos, genera en ellos malestar emocional (Cosgaya, Nolte, Martínez, Sanz & Iraugi, 2008;O'Leary & Vidair, 2005;Oliva, Romero, Antolín-Suárez & Parra, 2016;Pérez-López et a., 2011;Rodríguez de Castillejo, 2018;Rodríguez, Trujillo & Valderrama, 2015;Sierra & Vázquez, 2014;Vergara-Barra, Rincón, Oliva-Jara, Novoa-Rivera & Pérez-Huenteo, 2020;Vilaseca, Rivero, Ferrer & Bersabé, 2020;Zárate, Montero & Gutiérrez, 2006). Estos programas pueden ser parte del trabajo independiente que desempeñamos en los consultorios como también en los establecimientos (centros educativos y de salud) con el fin de fomentar el cuidado de la salud mental y emocional de padres e hijos; siendo importante realizar campañas que comuniquen la importancia e incentiven la asistencia de la comunidad en temas orientados al fortalecimiento de las competencias parentales y de la adquisición de recursos que permitan la reducción del estrés.…”