“…En su forma más extrema es definida como 'bullying' y se caracteriza por: (a) la existencia de un desequilibrio de poder (real o ficticio) entre el agresor y la víctima; (b) es frecuente o se realiza frecuentemente y (c) tiene la intención de causar daño; así mismo, el agresor obtiene ganancias instrumentales o afectivas derivadas de su comportamiento (Avilés, 2006;Olweus, 1993;Olweus, 1999;Valdés & Valadez, 2013). El bullying tradicional y sus efectos ha sido ampliamente estudiado pero con el uso cada vez mayor de las tecnologías como forma de interacción entre los alumnos, se hace necesario el análisis de otras maneras de acoso: la cibervictimización y ciberagresión, los cuales se incluyen en un fenómeno más grande denominado ciberbullying o ciberacoso (Garaigordobil, 2013;Gómez, Hernández, Covarrubias, & Cuevas, 2013;Lucio, 2009; Ortega, Calmaestra, & Mora-Merchan, 2008;Rosa, Nacimiento, & Mora-Merchán, 2018;Valdés, Carlos, Tanori, & Wendlandt, 2014;Willard, 2005).El ciberbullying mantiene similitudes conceptuales con el bullying tradicional ya que hace referencia a agresiones intencionales y repetidas, con la particularidad de que estas agresiones son efectuadas a través de medios electrónicos como redes sociales, correos electrónicos, mensajes de texto, etc. (Kowalski, Limber, & Agatston, 2012;Patchin & Hinduja, 2012); así mismo, el agresor goza de las ventajas de la impersonalidad, el anonimato y el poder de difusión masiva, lo que dificulta a la víctima la posibilidad de defenderse, cumpliéndose así con la característica de "desequilibrio de poder".…”