La infección del tracto urinario corresponde a la localización más común de patología infecciosa en el adulto mayor. Puede presentarse de manera recurrente, es decir tres o más episodios sintomáticos en un periodo de un año, o más de dos infecciones en 6 meses, la misma puede presentarse de manera no complicada o complicada, este último tipo suele presentarse en personas con anormalidades funcionales o estructurales y afecta principalmente al tracto urinario superior. En el adulto mayor existe gran prevalencia de síntomas urinarios (incontinencia, urgencia, frecuencia, nicturia), los cuáles no siempre están en relación con una infección. Por lo que se debe distinguir los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento de las alteraciones patológicas. Para lograr un adecuado diagnóstico, es mandatorio realizar una historia clínica detallada, que incluya de ser posible información brindada por el paciente y el cuidador, también se debe llevar a cabo un examen físico y solicitar laboratorios de manera prudente, es decir únicamente en caso de que se presenten síntomas clínicos sugestivos, ya que los exámenes por sí solos no son capaces de diferenciar una bacteriuria asintomática de una infección urinaria. La bacteriuria asintomática no debe ser tamizada ni tratada en el adulto mayor. En caso de indicar tratamiento, debe realizarse de manera precavida, ya que brindar terapias innecesarias provocan resistencia microbiana, sin lograr ningún beneficio en la supervivencia.