“…La disponibilidad de nuevas tecnologías (v.g., la telomerasa, ya en estudio) podría retrasar la muerte celular (Bodnar et al, 1998), lo cual aplazaría la muerte individual y, a la larga, la mortalidad poblacional, hasta edades todavía más avanzadas. Algunos países de Europa y del mundo desarrollado en general han experimentando cambios en el patrón de morbilidad y mortalidad más temprano, y la prolongación de la vida más allá de los límites aceptados del ciclo vital (80 años) parece constituir una reto alcanzable en el medio plazo (Cliquet, 1993). Sin embargo, es poco probable que el acceso a estas tecnologías y estos cambios sea inmediato en los países en estudio -particularmente en los estratos sociales más marginados-y, por tanto, su efecto tendrá escasa injerencia en la evolución demográfica anterior a 2015, en el mejor de los casos.…”