La figura del politólogo ha experimentado grandes transformaciones en las últimas décadas. Además de haber ganado mayor visibilidad en el espacio público —que ha supuesto cierto reconocimiento social—, este profesional ha visto cómo su campo de acción se ha ensanchado desde la academia y la Administración pública hacia sectores como las ONG, los think tanks, la consultoría, entre otros.
Estas transformaciones son consecuencia de los procesos de institucionalización y de profesionalización de la disciplina, pero además responden a cambios estructurales como la transformación tecnológica de las sociedades, la diversificación del mercado laboral y la creciente complejidad de la política.