“…Para ello, el diálogo simétrico es posible reconociendo y valorando la riqueza de la diversidad lingüístico-cultural, natural y espiritual. (p. 21) Esta nueva escuela desde una concepción poscrítica y en relación a lo propuesto por una educación para la Justicia Social (Jiménez-Vargas et al, 2019), reflexiona en función de una nueva realidad dentro del espacio escolar, la cual permite la construcción de una ciudadanía crítica, activa, democrática y emancipada. La escuela ya no es el motor del cambio social, como la caracterizaban los autores críticos, sino que es el medio por el cual la sociedad se transformará en su conjunto, permitiendo que todo grupo sin importar su condición y/o distinción sea parte de la comunidad educativa y desarrolle un potente compromiso social.…”