el proceso aludido se reforzó un determinismo biológico y social, articulado, en parte, a través de la naturalización de la violencia sexual masculina perpetrada contra mujeres, así como de su asociación con determinados grupos sociales. Mediante el análisis discursivo de monografías, obras didácticas y artículos, comprobamos cómo, en función de las circunstancias, la comisión de esta tipología delictiva fue asimilada dentro de la confluencia de dos tendencias interpretativas, compatibles y, a la vez, no exentas de contradicciones. En este sentido, la violación fue interpretada como la materialización de una psicopatología asociada a las categorías de perversión y demencia, al tiempo que concebida como expresión de una transversal, natural e instintiva inclinación varonil hacia el ejercicio de una sexualidad violenta. Consideramos que lo afirmado fue el resultado de la interacción entre conceptualizaciones ideológicas socioétnicas y de género con una particular reformulación de determinados referentes teóricos, asentados en la criminología positivista finisecular europea.