“…El sector de la confección es el segundo mayor empleador manufacturero del Brasil, con unos 8 millones de trabajadores en 2017, de los cuales solo 1,47 millones eran asalariados formales directos, en su mayoría contratados por las grandes marcas, que representan aproximadamente la cuarta parte de la producción. Esta situación crea un mercado de trabajo dual, sin protección formal y, en consecuencia, con empleo de mala calidad para la mayoría de los trabajadores, debido a la excesiva externalización y subcontratación de pequeñas empresas, talleres y trabajadores a domicilio informales, y a la descentralización del sector, que ha favorecido el crecimiento de conglomerados y mercadillos locales (Leite, Silva y Guimarães, 2017). Como respuesta a la presión que las empresas compradoras ejercen sobre los precios, las condiciones de trabajo de los pequeños productores subcontratados tienden a ser informales, en algunos casos rayanas en el trabajo esclavo, con largas jornadas, baja remuneración y niveles deficientes de seguridad y salud (McGrath, 2011).…”