Durante las últimas décadas asistimos a una acumulación y solapamiento de crisis de distinta índole y alcance: la Gran Recesión de 2008, la Pandemia de COVID-19 de 2020 y 2021, la crisis ecosocial, las crisis bélicas-humanitarias. Todas ellas nos hablan de un “estado de crisis” permanente y de la dificultad para vislumbrar sus límites y alternativas. Sin embargo, tan recurrente como este estado, han sido en nuestras sociedades los empeños por imaginar y proyectar otros futuros posibles. Es decir, los esfuerzos por conectar los malestares sociales con espacio-tiempos alternativos que respondan a ellos. Con el fin de analizar la articulación de ambos escenarios, se propone, por un lado, recurrir a una escala de análisis socio-territorial que trascienda la clásica dicotomía rural-urbano, la cual jerarquiza y fractura unas realidades sociales que en la práctica son complejas e híbridas: donde lo rural-natural forma parte de la cotidianidad urbana y donde las prácticas urbanas permean los tradicionales espacios del rural. Y, por otro lado, tomar en consideración tanto las situaciones de vulnerabilidad generadas o acrecentadas en este “estado de crisis” como las posibles respuestas movilizadas por distintos actores en este marco socio-territorial. Este texto pretende introducir las premisas básicas que vertebran el monográfico “La vulnerabilidad de los territorios”.