“…Al analizar el recorrido histórico de este circuito migratorio, ya centenario (Durand, 2016;Henderson, 2011;González y Fernández, 2003), salta a la luz que, durante los últimos 10 años, ha habido cambios importantes en la migración entre ambos países (Baca y Mojica, 2018). Entre los cambios más visibles está la disminución del flujo indocumentado (Vega, 2015) y el incremento de los migrantes de manera legal (un creciente proceso de ciudadanización estadunidense), la fuga de cerebros o migración calificada cada vez más pronunciada (Alfaro y Aragonés, 2020;Delgado, Chávez y Rodríguez, 2016;Calva y Alarcón, 2015;Lozano, Gandini y Ramírez-García, 2015;Castaños-Lomnitz, 2004), el repunte de la migración de mujeres (Magalhães, 2021;Bonilla, 2021;Ávila y Gaspar, 2020;Girón y Soto, 2018;Suárez y Zapata, 2017;Sánchez y Serra, 2013), la migración infantil (Rodríguez, 2021;Pavez, 2017;Del Carpio, Fernández y Garnica, 2015;Román y Zúñiga, 2014;López, 2007), la presencia cada vez mayor de empresarios migrantes en aquel país y la cada vez más pujante cantidad de hijos de migrantes con título universitario egresados de instituciones estadunidenses, entre otros temas.…”