“…3 La posibilidad de construir una profesión en el deporte traspasó buena parte de la discusión pública acerca de si el boxeo debía quedar como actividad amateur o si era deseable también admitirlo en su versión profesional y organizada con objetivos financieros. Estas tensiones se asentaban además sobre la idea del boxeo como un termómetro sintomático de la cultura y del "buen gusto", donde se cruzaban contornos sobre lo moral, lo comercial y lo social (Sheinin, 2017;Lafevor, 2020;Guiamet, 2014;Scharagrodsky, 2021;Montaldo, 2016). Ya desde la época de la Gran Guerra, algunos ilustrados impulsores del pugilismo habían subrayado las bondades del ring como una tecnología de reforma social para educar el carácter y el cuerpo, mientras que otros insistían en ver en el pugilismo solamente un modo de fomentar incultura y violencia (Ullivarri, 2020b).…”