“…La música de la posmodernidad puede entenderse no como una música, si no como varias, apartada de etiquetas, de encasillamientos claros, y que, además, encarna múltiples funciones (publicidad, ruido, espectáculo, etc.) que modifican el fin primigenio con que se creó, de ahí la enorme variedad y diversidad de la misma (Hormigos, 2008). Se entiende como una conjunción de estilos, gustos y tendencias en constante evolución, que sigue manteniendo un elemento social esencial en cuanto a su capacidad de distinción y como factor de prestigio y diferenciación.…”