“…De tal suerte, que Colombia se ve abocada a violencias que tienen múltiples víctimas y diversas consecuencias para el tejido social (Bernal y Moya, 2018). Así, entre estas víctimas se encuentran las niñas y las mujeres de una Colombia profunda enfrascada en un conflicto anacrónico (Osorio et al, 2018;Castañeda y Vargas, 2014), que han derivado en las formas de violencia de las cuales han sido sujetos, a saber: abusos sexuales, desplazamiento, prostitución, violencia reproductiva, tortura, desaparición forzada, secuestro, pérdida de bienes o inmuebles, reclutamiento forzado, pobreza, trabajo forzado, deterioro de la salud mental, desintegración familiar (viudez, orfandad), confinamiento, victimización vicaria, prohibición para ejercer el derecho a la democracia para elegir y ser elegidas en representación ciudadana, entre otros (Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, 2022a). (Villa et al, 2014), multinacionales (Bejarano et al, 2018) y empresarios locales y nacionales (Valencia-Agudelo, 2021), han configurado un mapa de violencias que encuentran, como eje axial, a la mujer sujeto de violencias.…”