“…Las estrategias de movilización de los grupos conservadores contra los derechos sexuales y reproductivos han sido definidas como «políticas antigénero» (Arguedas, 2020; Kuhar y Paternotte, 2017), «politización de la religión» (Felitti, 2011;Vaggione, 2005), impulso de «fundamentalismos religiosos» (Bárcenas, 2018;Ruibal, 2014;Vaggione, 2010) o «contramovimientos conservadores» (Gianella, 2018; Lemaitre, 2013;López, 2017). Igualmente, se ha problematizado la intersección que existe entre religión y sexualidad en los marcos jurídicos de gran parte del continente y que estos grupos defienden promoviendo una interpretación de la ley basada en el «derecho natural» (Lemaitre, 2013; Morán, Sgró y Vaggione, 2012; Sáez y Morán, 2016; Vaggione y Mujica, 2013), siguiendo estrategias de secularismo estratégico que impulsan argumentos que apelan a la ciencia y la bioética para oponerse a los derechos (Felitti, 2011;Lemaitre, 2013;Morán y Morgan, 2005;Vaggione, 2005;2012). En todos los estudios se da un énfasis a la dimensión religiosa, explicando los conflictos en términos de resistencias a prácticas que no reproducen los patrones heteronormativos y heteropatriarcales de la sexualidad (Morán, 2018; Sáez y Morán, 2016).…”