Las fiestas neotradicionales como las Fallas están siendo objeto de creciente atención por su capacidad de definir roles y, con ello, por su peso en la reproducción o el impulso del cambio social. Así, la representación del cuerpo de la mujer en la fiesta de las Fallas se ha convertido con mayor frecuencia en un campo de batalla. El estudio a partir de la observación y de los grupos de discusión confirma que continúa existiendo una hipersexualización y un machismo en los ninots (esculturas) de la fiesta, pero se observa a la vez una mayor presencia de la crítica y un surgimiento de representaciones más inclusivas o directamente reivindicativas del feminismo. Sin embargo, estos cambios se enfrentan al control casi absoluto y a la lógica heteronormativa de los sectores tradicionalistas asentados desde tiempos franquistas; así como, al mismo tiempo, deben lidiar con una reacción antifeminista acorde con la extrema derecha que intenta redefinir la reivindicación feminista como una conspiración contra la libertad y que se expresa con una crítica cada vez más abierta y en ocasiones agresiva contra los intentos de cambio de la representación de la mujer y su rol en la fiesta.