Entre 1880 a 1930, el espiritismo argentino resultó un vector determinante de la medida en que los médiums y sus defensores estuvieron en la mira de los alienistas, quienes consideraban que tales prácticas podrían provocar consecuencias perversas contra la higiene mental. Los alienistas presentaban declaraciones de sus propias autoridades en el campo o estadísticas sobre la frecuencia de la locura que inducían tales prácticas. Además, el colectivo espiritista confrontó tanto con religiosos como con intelectuales laicos en disputas públicas en salas de teatro y otros ámbitos, a los que asistieron figuras relevantes de la cultura, la política y la ciencia. Entre los científicos más notables, José Ingenieros efectuó ataques virulentos aunque aceptó participar en sesiones con médiums. Miembros del clero confrontaron en el púlpito sus desacuerdos religiosos con los líderes espiritistas. En el polo opuesto, los espiritistas también encontraron entre socialistas y otros grupos políticos puntos de convergencia en las praxis sociales, si bien la identidad religiosa y la perspectiva positiva de la ciencia influyeron en el discurso espiritista en un período de tensiones en aumento.