“…Para Nussbaum (2005), desarrollar la imaginación narrativa a través de la literatura, ayuda a promover un espíritu deliberante y crítico, así como el ejercicio de una ciudadanía universal, sensible y empática, noción que, sin lugar a dudas, tiene su germen en los grandes mitos, aquellos que, al representar la vida y entramados de héroes y personajes virtuosos, sirvieron de base y referente para la educación de ciudadanos en la Grecia clásica, donde la función pedagógica de los relatos, su vinculación con el aprendizaje (máthesis) y orientación a la formación de habilidades políticas, destacan como los principales elementos pedagógicos de dicha estrategia educativa (Castillo, 2016). Ciertamente, la importancia de esta estrategia trascendió la paideia griega, extendiéndose como herramienta didáctica usada para la educación de ciudadanos en épocas como el renacimiento (humanitas) y la modernidad (bildungsroman); con todo y ello, estos metarrelatos o relatos de formación como son conocidos por Delory-Momberger (2015), si bien han permitido vincular la educación y la vida a través de la narración de historias paradigmáticas, la creación, la composición y la narración de la experiencia son actividades discursivas que descansan principalmente en la institución y no en el sujeto de la formación, proponiendo una participación de los educandos, más como espectadores que como protagonistas y productores de sus propias narrativas y tramas (Lyons, 1989;Jaeger, 2001).…”