“…Esta tensión se traslada también en la forma de atender y gestionar a las migraciones internacionales, donde el Estado continúa siendo prácticamente el único actor a quién compete las políticas y acciones para gestionar a la movilidad humana (demográficas, ciudadanía, nacionalidad, migratorias). Esto tiene lugar, muchas veces, en contraposición con lo mandatado en algunos de los mencionados instrumentos internacionales de derechos humanos y migración, los cuales siguen dejando al margen a grupos como los migrantes en situación irregular (Castillo Daudí, 2016;Morales, 2016;Vázquez, 2020).…”