“…Para finalizar, nos gustaría reiterar la noción de desencanto de val flores (Enrico, 2019), porque reconoce el diálogo y el conflicto en términos de poder, pero también como prácticas de liberación (Gadotti, 2008). Esto es clave para pensar el aspecto punitivista que se asienta en posturas extremas de ciertas nociones autonombradas feministas (como las pertenecientes al RadFem transexcluyente, y algunas líneas del movimiento #MeToo), en lugar de construir alianzas emancipadoras o «concretas», como las que propone la socióloga magrebí Nouria Ouali (2015), en las que se reconozca la prioridad y el respeto de las diferencias culturales (Martínez, 2019). El yugo que se ha formalizado en la estrecha relación entre ley y sexualidad, en lo que flores (Enrico, 2019) llama «las fronteras de las identidades», se ha convertido en el vigilar y el castigar del feminismo hegemónico y eurocentrista.…”