“…Por otra parte, tocante a la historia de la ecdótica del siglo XX y especialmente a la bibliografía clásica de la p. 7, n. 1, sobre la génesis e historia del método, puede añadir el lector el trabajo ya citado de Canfora (1982), que destaca la importancia de la tradición de Ateneo en la reflexión stemmática maasiana, la existencia de una tesis reciente de Cherici (2007), por lo que sabemos aún inédita, que complementaría el célebre libro de Timpanaro (1981) al respecto, así como el recentísimo y excelente ensayo de Trovato (2014), que apareció después de la presente traducción y que aborda la problemática del método stemmático, desde los problemas y perspectivas más clásicas hasta la edición asistida por ordenador. En la n. 49 de la p. 71 los traductores llaman la atención con justicia sobre el hecho de que Maas (1937) defiende el empleo únicamente de errores seguros para establecer la relación de dos o más testigos de una obra (en esta misma línea, Pasquali, 1952, Timpanaro 1981, Chiesa 2002, frente a posturas que rechazan la distinción entre error o vera lectio y solo distinguen formas de texto; pues bien, respecto de la naturaleza del error y de su carácter "necesariamente sujeto a una valoración subjetiva", según comentan Baldissera y Bonilla (p. 71, n. 49), es interesante señalar que, a diferencia de la mayoría de textos clásicos, los textos medievales, tan ricos en obras derivadas, compilaciones, centones, florilegios o traducciones, ofrecen un criterio externo para la identificación del error, entendido como innovación o lección innovadora: el uso de fuentes (Chiesa, 2002: 112-113;Orlandi, 2008). Con las debidas cautelas -acceso directo a una fuente, conocimiento memorístico de textos como la Bibliaen filología medieval el estudio de fuentes permite aumentar notablemente el número de loci critici seguros, por identificar correctamente y con un grado de verosimilitud mucho mayor las lecturas correctas y las corrupciones -especialmente cuando estas podrían ser, prima facie, lecciones adiáforas-; a título de muestra, Chiesa (2012: 113) señala el caso del relato de Barlaam y Josafat, tan extendido en el Medievo, cuyo stemma del texto latino cuenta con el paralelo de la fuente griega, y la tradición de las versiones romances se puede cotejar con la latina.…”