“…En dicho escenario la inclusión laboral es difícil para los firmantes de paz por cuanto se enfrentan a un entorno adverso que requiere la asunción de nuevos códigos de conducta diferentes al de un tipo de armamento (Torres, 2016); ante este desafío los firmantes de paz se ven forzados a ocultar su pasado para poder encajar en una sociedad que margina y discrimina severamente (McFee, 2016); Sin embargo, el inicio del fin a las hostilidades no debería estar sujeto a esconder la identidad en busca de aceptación, por el contrario, ésta debe ser parte del pasado, presente y futuro del reinsertado (Mcmullin, 2013) Como lo menciona Waldorf (2018) las etapas posteriores al conflicto pueden promover normas y estructuras de oportunidades, que incluyen valores de la justicia social, las constituciones progresistas, la ratificación y la incorporación nacional de los tratados de derechos humanos, la sociedad civil activista, y jueces independientes que faciliten el empoderamiento jurídico; por cuanto en esta etapa del postconflicto aparece una percepción de inseguridad según Nussio (2018) no corresponde a la sociedad tomar actitudes de estigma frente a ellos y corresponde al gobierno, las empresas y la academia construir lazos de comunicación y participación conjunta, con la finalidad de crear empatía entre las partes y se puedan cristalizar todas aquellas barreras que impiden una reconciliación.…”