“…La conducta prosocial se caracteriza por implicar a veces algún costo, sacrificio o riesgo por parte de la persona que lo lleva a cabo (Roche, 1982) y el término incluye gran variedad de conductas como la generosidad, el altruismo, la compasión, proporcionar apoyo material o psicológico, compartir posesiones, participar en actividades para reducir las desigualdades e injusticias (Mussen y Eisenberg, 1997). El comportamiento de ayuda aumenta entre los 6 a 8 años pero disminuye de 9 a 12 años (Frydman y Ritucci, 1988). En cuanto a la influencia del género, las investigaciones concluyen que los niños/as tienden a ayudar más a los iguales del mismo género que a los del opuesto (Eisenberg y Mussen, 1989) aceptándose también que las niñas tienden a ser más prosociales, en términos generales, que los niños aunque no existe consenso al determinar el origen de estas diferencias (Eisenberg et al, 1998).…”