Con su "verdadera historia"-es decir, verosímil-Miguel de Cervantes pretende desmantelar las voces mágicas del Amadís de Gaula y del Palmerín de Inglaterra, inaceptables ya en la tosca "edad de hierro" desde la que escribe. Se le ha estado prestando excesiva credibilidad a la propuesta teórica de la "verosimilitud" cervantina, y en este estudio pasamos a explorar las numerosas rupturas del plano real que presenta el Quijote: la obra está encriptada simultáneamente en caracteres árabes y góticos impenetrables; don Quijote parece morir dos veces; la pluma de Cide Hamete habla sola mientras pende de la espetera de cocina; los tiempos y los espacios se anulan merced al caos que siembra la escritura compartida por innumerables instancias narrativas. "Íntimamente, Cervantes amaba lo sobrenatural", propuso Jorge Luis Borges, y el presente ensayo le da la razón.