“…Esto, incluso se refleja en la contextualización histórica que se desarrolla en el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1991), donde se sugiere una distinción entre víctimas que forman parte de las violaciones a los DDHH y otras que, habiendo sufrido los mismos agravios, no lo serían por haber participado de grupos que promovían la acción armada. Es decir, la existencia de una "oposición correcta" a la dictadura que se opone a otra donde formarían parte militantes de estos grupos y que, por lo tanto, pone en duda la posibilidad de acceder a la categoría de víctima (Vera, 2019). Sin embargo, Lefranc (2017b) advierte que si bien las víctimas son "producidas por un trabajo político" de reciente data (p. 141), la centralidad de estas no es solo un residuo de las violencias políticas masivas, sino que también se alimenta de procesos más recientes, como por ejemplo, las movilizaciones feministas.…”