“…Es decir, gracias a las elecciones populares desarrolladas entre 1815 y 1821, los electos por las secciones rurales pudieron influir en el futuro poder local proponiendo la terna para nombrar alcaldes de hermandad, participar en la formación año a año del nuevo cabildo y seleccionar a las personas que representarían a Buenos Aires en los congresos, interviniendo en las orientaciones políticas que se desarrollaban. Así, estos procesos electorales funcionaron, desde la perspectiva de los pueblos rurales, como una ocasión para intentar afirmar, mantener, y/o, de ser posible ampliar y extender las aspiraciones, pocas veces concretadas, de autonomía y autogobierno de cada comunidad rural (Chiaramonte, 2007;Fradkin, 2014). La eliminación de los cabildos y la nueva Ley de Elecciones que reglamentó la elección de representantes de la Provincia toda como de diputados al Congreso de forma directa, obturaron esta posibilidad y disminuyeron su capacidad de intervención política.…”