La Liturgia monástica es parte importante del patrimonio inmaterial del cristianismo. Su estructura fraguó en la Edad Antigua con las primeras reglas monásticas. En la Edad Media alcanzó la grandiosidad de una catedral románica. La inevitable alternancia de esplendor y decadencia, motivó las reformas que tendían a la unificación y sobriedad. Desde finales del siglo XII se acentuó el protagonismo de los clérigos, y los fieles buscaron alternativas pasando de la liturgia a la remembranza. La vemos protagonizada por tres figuras femeninas: Hildegard von Bingen (1098-1179), Caterina de Bolonia (1413-1463) y Juana de la Cruz (1481-1534). En el siglo XXI recuperamos la remembranza, heredando la tradición de las maestras medievales.