Existe una posición doctrinaria, ampliamente defendida, respecto a que los Derechos Humanos no son el producto de una interpretación acomodada de preceptos morales o religiosos, tampoco provienen de algún tipo de entidad superior, ni mucho menos son leyes naturales. Se estipula, por tanto, que los Derechos Humanos son un reconocimiento de las obligaciones y facultades que tiene todo individuo, toda comunidad y todo Estado, por el mero hecho de pertenecer a la sociedad. Sin embargo, esta es una discusión tan antigua como la misma pugna entre verdad y fe, filosofía y teología o religión y ciencia. Esta discusión se centra en valorar desde tres ópticas diferentes (iusnaturalista, teológica y axiológica) la procedencia de un concepto pragmático y válido de los Derechos Humanos.