Texto recibido el 09/01/2013 Texto aceptado el 04/09/2013 El Castillo de Burgos se sitúa dominando el centro histórico de dicha ciudad, sobre un cerro en la margen derecha del río Arlanzón. Conforma el extremo SO de una paramera compuesta por dos unidades (Cerro del Castillo y Cerro de San Miguel) separadas por una profunda vaguada, ensanchada de manera artificial como parte del sistema defensivo de la fortaleza (fig. 1). El Cerro del Castillo conserva las ruinas, de cronología medieval, moderna y contemporánea, de la fortaleza que le da nombre.Bajo sus cimientos se depositan vestigios de época protohistórica (poblado del Hierro I) e, incluso, prehistórica (Campaniforme). Sin embargo, el estado de conservación de las evidencias es desigual. Mientras que el poblado del Hierro I mantiene, en buena parte, su posición estratigráfica original -con una secuencia acumulativa en la que se documentan suelos, cabañas, incendios, hogares y estructuras de diversa naturaleza-, las evidencias más antiguas carecen de contextos estratigráficos fiables (Uríbarri et al. 1987: 16).El trabajo centra su interés en el registro arqueológico cerámico campaniforme procedente del Cerro del Castillo de Burgos. La información procede de la excavación llevada cabo a mediados de los años 80 por el equipo dirigido por José Luis Uríbarri. En ella se documentaron evidencias campaniformes en el estrato más antiguo de una secuencia fundamentalmente protohistórica (nivel XIII). Su presencia dio pie a interpretar tal estrato como un "nivel de ocupación" campaniforme. Esta revisión de los materiales ofrece además una interpretación alternativa sobre la naturaleza del depósito arqueológico. Puesto que el registro del Cerro del Castillo ha sido utilizado habitualmente por los investigadores en sus argumentaciones, era necesario llevar a cabo una actualización de la información arqueológica y, en consecuencia, formular una nueva propuesta sobre la naturaleza de la "ocupación" campaniforme del Cerro del Castillo.