“…Según esta definición, los católicos populares no son necesariamente pobres, en lo referido a sus condiciones económicas, sino creyentes con un "escaso cultivo religioso" (Marzal, 2002: 315). No nos acercamos de manera acrítica a la definición de catolicismo popular, sino que acudimos a ella para abarcar una gran diversidad en el seno del catolicismo latinoamericano (Mallimaci, 2017;Parker, 1996;Roux, 2017), diversidad que está enriquecida por factores regionales y étnicos, y que permite fecundas posibilidades de hibridación religiosa (García-Canclini, 1989), construcción de sentido y vida comunitaria. Tampoco le otorgamos al catolicismo popular una connotación negativa o peyorativa, como cuando, por ejemplo, se le asocia con una religión inferior, impura o alienante.…”