Tras la descolonización, Francia logró mantener relaciones estrechas con sus antiguas colonias del África subsahariana a través de acuerdos de cooperación económicos, culturales y militares. Gracias a éstos y a la permanencia de sus fuerzas militares en el continente, se impuso como el “protector” de los nuevos Estados, en el marco de la Guerra Fría, aun si para la ejecución de esta política no solía contar con el respaldo de sus socios europeos. Sin embargo, las críticas recibidas, en particular después del genocidio en Ruanda de 1994, incitaron a los dirigentes franceses a movilizar las herramientas nacientes de política exterior y de seguridad europea (pesc) para relegitimar su acción en África. Esta “europeización” de la política africana de Francia llevó al despliegue de misiones civiles y militares de la Unión Europea, si bien ello no bastó para restarle autonomía a los intereses franceses en África y borrar las divergencias con sus socios europeos.