“…Hasta entonces, era conocido como «el justiciero», pero tras su asesinato en Montiel en 1369 por parte de su hermanastro Enrique de Trastámara, el discurso cambia, y así, Ayala es confirmado como nuevo cronista del Trastámara. En definitiva, el narrador defiende la legitimidad del nuevo rey ¾a pesar de ser un bastardo¾, pero sus buenas virtudes justificaban y estaban por encima de las maldades del rey anterior (Villa, 2015).…”