“…En definitiva, la alabanza de Felipe II en el exordio de la Historia índica no es una mera captatio benevolentiae, sino que constituye un punto de contraste para distinguir una monarquía legítima de una tiránica, con base en la relación que genera el gobernante con sus vasallos. (Castañeda, 2001), puesto que si bien dentro de los títulos legítimos para la ocupación de las Indias plantea que el sacrificio de hombres inocentes o el canibalismo son suficientes para justificar el dominio español en las Indias (Vitoria, 1989, p. 102), en el apartado sobre los títulos ilegítimos afirma más bien lo contrario: "los príncipes cristianos, ni por la autoridad del papa pueden por la fuerza apartar a los indios de los pecados contra la naturaleza, ni castigarlos por ellos" (Vitoria, 1989, II, p. 16).…”