asimilada con frecuencia a la segunda mitad del siglo xviii que se inaugura en 1759 bajo el reinado de Carlos III, se ha producido un debate historiográfico, una de cuyas consecuencias más duraderas ha sido la de adelantar sus orígenes hasta la época de los llamados novatores, con anterioridad al relevo de los Austrias por los Borbones en el trono de la Monarquía Hispánica 1. De este modo, se ha venido a relativizar también la conexión automática entre cambio dinástico y mentalidad ilustrada, al margen de la indudable influencia francesa en la cultura dieciochesca. Dentro de este proceso renovador, resulta básica la conformación de un público dispuesto a recibir las nuevas ideas, tanto en España como en Francia 2. Desde la perspectiva trazada, en el contexto de las complejas relaciones no siempre pacíficas entre el pueblo y la monarquía que gobierna la España ilustrada, vamos a considerar la especial significación cultural que adquiere un opúsculo dialogado sobre la entrada pública en Madrid, 1760, de Carlos III después de haber sido proclamado rey de España un año antes, al morir sin sucesión su 1 Las siguientes consideraciones se han realizado en el marco de los proyectos HAR 2015-68946-C3-1