“…Existen ya una serie de contribuciones destacables para el análisis del comportamiento político desde el estudio de las emociones, como es el reconocimiento de que las emociones complementan a la razón en la gestión de las emociones (Elster, 1999a(Elster, , 1999b, de que estas tienen un alto contenido cognitivo-intencional (Nussbaum, 2008) y de que no solo son cognitivas (Damasio, 2003), sino también socialmente construidas (Turner y Stets, 2005;Clarke et al, 2006). Partiendo de esta base teórica, han sido varios los estudios del impacto causal de las emociones en la política, esto es, sobre cómo las emociones afectan a una amplia gama de variables políticas, por ejemplo, relativas al comportamiento político, desde el procesamiento de la información, las preferencias, la ideología o la participación (Ciuk et al, 2015), además de que ya hay indicios exploratorios de su influencia en el proceso de decisión del voto (Baleato et al, 2018;González, 2019;Jaráiz et al, 2020;Lagares et al, 2022).…”