En el mundo actual, cada vez más complejo y diverso, se hace necesario redefinir el significado de la democracia participativa y revalorizar el estatus del ciudadano. Los movimientos extremistas, la violencia, el racismo, la xenofobia y la exclusión social amenazan a las democracias, además de los desafíos de la globalización y los desarrollos tecnológicos de gran alcance. Por ello, cada individuo tiene un papel vital que desempeñar para lograr la estabilidad democrática y la paz en la sociedad, pero estos retos son igual de importantes en las aulas. Exigen una nueva comprensión de los derechos y responsabilidades de los futuros ciudadanos.
En este artículo se reflexión se analiza la participación escolar como una contribución importante y oportuna al debate emergente en torno al valor de educar a los ciudadanos y las comunidades con el fin de empoderarlos para participar en el cambio democrático. Para ello se argumentará, desde la perspectiva de la sostenibilidad política, que la educación deberá reinventar a los educandos como futuros ciudadanos y como cooperadores de las comunidades democráticas en las que viven y trabajan, demostrando que la participación democrática en entornos escolares puede proporcionar un medio real para permitir que los miembros de diferentes comunidades aprendan a respetarse y valorarse unos a otros, garantizando así la construcción de democracias inclusivas y participativas, especialmente aquellas que pueden curar los estragos del capitalismo y sentar las bases para una nueva sociedad.