“…Continuando brevemente con la historia del análisis económico en torno a la curva de Phillips, después de que en los cincuenta y parte de los sesenta del siglo pasado se tuviera cierta aceptación del trade-off entre inflación y desempleo, aparecen las primeras críticas a las implicaciones en torno a la curva de Phillips por parte de Friedman, quién con la incorporación de las expectativas de inflación y la tasa potencial del producto, dejó viva la curva de Phillips y sus implicaciones sólo en el corto plazo. Posteriormente viene la crítica demoledora de Lucas donde una estructura de expectativas racionales incorporadas en los agentes negó cualquier trade-off entre inflación y desempleo, dejando sin bases el análisis alrededor de la curva de Phillips y lo más importante es que restauró los postulados clásicos que Keynes había criticado y por lo tanto expulso de manera simple la macroeconomía keynesiana (Deleplace, 2008). Estamos de este modo, más o menos, por los años 70 del siglo pasado donde el resurgimiento de la teoría neowalrasiana empieza a tomar partida como núcleo dominante de la teoría económica y lo que es más importante: se convierte en la norma de la economía positiva, donde lo normativo no es sólo una regla para hacer recomendaciones de política, sino toda una metodología para la construcción del saber científico (Benneti y Cartelier, 1998).…”