“…Un componente del capital intelectual es el capital humano, que representa el conjunto de recursos valiosos, propiedad exclusiva de los empleados, de tal suerte que si ellos se van de la organización se llevan consigo esos activos (Hejazi, Ghanbari, & Alipour, 2016). En el marco de esa idea, es posible señalar como ejemplo las habilidades, la inteligencia, el conocimiento, el talento, los valores y actitudes, la experiencia y las competencias técnicas del personal, siendo trascendente que se les de valor y se implementen estrategias de identicación, conservación, socialización y protección de esos recursos y capacidades (Almaw & Hunsaker, 2020;Barkat, Beh, Ahmed, et al, 2018;Bayraktaroglu et al, 2019;Bontis, 2001;Bontis & Serenko, 2009;Farah & Abouzeid, 2017;Medina, Zuluaga, López et al, 2010;Pedraza, Lavín, Marmolejo et al, 2017;Torre, Tommasetti, & Maione, 2020;Soewarno & Tjahjadi, 2020;Stewart, 1998), sobre todo en las organizaciones públicas, que normalmente están sujetas a la rotación de los servidores públicos por los cambios periódicos en el gobierno, lo que implica pérdida de memoria y aprendizaje organizacional (Adobor, Kudonoo & Daneshfar, 2019). En el campo del talento humano de la administración pública, por ejemplo, Barrio y Barrio (2008) señalan la relevancia de capacidades personales como el liderazgo, el compromiso y la integridad como parte de factores del buen gobierno corporativo en el contexto de la gestión pública.…”